domingo, 10 de enero de 2010

Frío Intenso

La Push era un buen lugar para vivir. Días soleados, playas con amigos, salto de acantilado… Allí mi mejor amigo era Jacob, un muchacho de piel morena, pelo corto, muy alto y musculoso para su edad, con el cual nos reíamos y la pasábamos genial.
El instituto no estaba nada mal. Había pocos chicos pero nos conocíamos entre todos y éramos muy buenos amigos.
Vivía a dos calles de la casa de Jake, con mis padres Reneé y Charlie. Ella trabajaba en el instituto, enseñando Biología.
El pueblo más cercano era Forks, pero en verdad no me gustaba nada. Hacía demasiado frío incluso en verano. En cambio, en la reserva casi siempre estaba soleado, y tenía una playa maravillosa.
Ese día, me había levantado temprano a ver el amanecer en la playa. Era lo mas lindo. Sentarse entre los medanos, apreciar las olas del mar chocando contra las rocas, el sol saliendo desde el horizonte, la arena colándose por entre mis dedos…
- Bells! –me grito Jake sacándome de mis pensamientos- Que haces aquí?
- Lo de siempre –sonreí haciéndole señas para que se sentara junto a mi-
- Mirando el amanecer –se sentó a mi lado- Que tienes pensado hacer hoy?
- Todavía no lo se...
- Quieres que vengamos a la tarde a tirarnos del acantilado? –me señalo la gran masa de rocas que había junto al mar- Tu me habías pedido hacerlo –sonreí. Recordaba que hacía poco lo había hecho- podemos tirarnos juntos.
- Claro!. Pueden venir los demás? –pregunté feliz-
- Si, seguramente vengan Quil, Seth, Sam, Embry, Jared y Leah.
- Y Emily! –añadí. Ella era una de mis mejores amigas-
- También –sonreí. Emily era una de mis mejores amigas de la reserva-
Nos pasamos unas horas allí hablando sobre lo que haríamos por la tarde, lo genial que era ese acantilado y lo fría que era el agua de el mar, hasta que consulte mi reloj.
- Jake, es hora de la comida y Reneé debe estar preocupada –dije-
- Te llevo? Vine en la moto.
- No gracias…no estamos muy lejos de mi casa, prefiero caminar –emprendí la marcha-
En unos pocos minutos llegue a mi casa. No tenía ganas de subirme en la moto de Jacob, ya que le tenia algo de miedo a la velocidad, y Charlie nunca me había dejado.
- Donde estabas? –dijo mi madre con el ceño fruncido en cuanto entre-
- Fui a la playa. Con Jake –entre a la cocina- Lo siento, olvide avisarte.
- Intenta dejar aunque sea una nota cuando te vayas –sonrío mi padre-
- Hola papa –abrí la heladera- Que hay para comer?
- Viniste con hambre pequeña! –rió Charlie-
- Puedes no llamarme así? –hice una mueca mientras sacaba unos sándwiches del refrigerador- Quieren?
- No gracias, ya comimos –respondieron ambos al unísono-
Hasta que se hizo la tarde, el tiempo pasó muy lento. Me dediqué a cambiarme de ropa, ponerme un traje de baño, preparar un bolso para la playa y mirar televisión. Luego, me apresuré a salir de la casa y empecé a caminar otra vez a la playa, para pasar una tarde genial con mis amigos.
Deje mi bolso en la arena, y justo en ese momento escuche unas voces que venían de atrás mío.
- Vas a contarle la verdad a Bells? –susurró Leah-
- Shh –dijo otro-
Me di vuelta y justo Jake me estaba señalando mientras los hacia callar... ¿Que verdad debían contarme? Decidí hacerles creer que no había escuchado nada, mas tarde hablaría a solas con Jacob.
- Hola chicos –salude-
- Bells tanto tiempo! –Emily fue corriendo a abrazarme- Hacia mucho tiempo que no te veía. –sonrió-
- Hola Bella –dijo Leah y fue a abrazarme también-
- No la aprietes mucho –dijo Jake-
- Apretarme mucho? Como si tuviera tanta fuerza! –sonreí y todos empezaron a reír-
- Es cierto –dijo distraído Seth- No es Súper Leah!
Luego salude al resto de la manada. Así era como se llamaban ellos, “manada” porque siempre iban todos juntos a todos lados, y se comportaban como verdaderos animales más que nada por la cantidad que comían. Era muy gracioso verlos devorarse todo lo que Emily preparaba. Ella era como la mamá dulce de una familia loca.
- Traje comida –mostré mi bolso-
- Yo también –dijo Emily- Si no lo hacía, estos serían capaces de devorarme a mi –reímos-
Nos sentamos todos en la arena y sacamos unas bebidas, sándwiches, patatas fritas, etc. En aproximadamente un minuto, ya no quedaba nada. Era increíble como comían!
- Panza llena corazón contento –sonrió Quil-
- Espero no descomponerme por todo lo que comí cuando nos tiremos del acantilado –dijo Sam. Con todo lo que comieron era probable eso-
- Tendrían que haber esperado a tirarnos y después comer, cerdos –reí-
- Siempre algún animal –se quejo Embry. No lo entendí, estos chicos estaban mal de la cabeza-
- Que? –pregunte intentando descifrar lo que dijo, no le encontraba una explicación coherente-
- Nada, nada. Vamos a tirarnos? –Interrumpió Jake-
Los chicos se sacaron las camisetas y Leah y yo la ropa, quedando en traje de baño. Trepamos todos hasta la parte mas alta del acantilado, excepto Emily que se quedo en la arena. Esas cosas no le gustaban mucho.
Jake siempre iba a mi lado por si me caía, claro, con esos músculos podría atrapar a una docena de personas que estuvieran por caer. En general, todos los chicos de la manada eran bastantes musculosos…
Llegamos a la parte mas alta, en poco tiempo. Todo se veía hermoso desde allí. El sol en el cielo, iluminándonos, el mar que seguía chocando contra las rocas a causa del viento, la arena, mas allá los árboles del bosque con sus hojas de un color verde intenso…
Todos los demás llegaron cerca mío en unos segundos.
- Vamos? –pregunto Jake poniéndose a mi lado-
- A la cuenta de tres –rió Leah-
- Uno –dije-
- Dos –agregó Seth-
- Tres! –gritamos todos y nos tiramos. El viento chocaba contra mi cuerpo y el descenso pareció ser eterno. Era una sensación muy placentera. Parecía que estaba haciendo paracaidismo. Caí en picada, y en el primer roce de mis pies contra el agua sentí un frío muy intenso. ¡El agua congelaba!
Caí muy profundamente y con un movimiento de pies y brazos, llegue a la superficie y empecé a nadar hacia la orilla donde todos los chicos estaban saliendo. ¡Estaba genial! El agua congelaba mis músculos pero a la vez me sacaba todo el calor que tenía y refrescaba mucho. Nade muy despacio mientras el agua se colaba por cada parte de mis dedos y mi cuerpo y respiraba el aire puro y frío que congelaba mis pulmones.
- Te gusto? –dijo Jacob muy contento ¿Cómo podría no gustarme? Era genial-
- Estuvo bárbaro –sonreí en cuanto todos estábamos pisando la arena-
- Si! Otra vez –carcajeo Seth y todos nos unimos a sus risas-
Volvimos a escalar el acantilado, pero esta vez parecía más alto y ya tenía las piernas entumecidas. Llegamos en más tiempo que antes a la cima, y nos volvimos a colocar en una línea recta para caer todos separados. En ese momento las nubes se movieron con mucha rapidez y taparon el sol en solo un instante. El viento comenzó a soplar mas fuerte y un frío inundo mi cuerpo. Los demás chicos parecieron no notar el cambio en el clima y seguían con sus sonrisas radiantes.
No quería tirarme, ya no tenía ganas. Tenía el cuerpo cansado, frío y sentía hasta migrañas. Pero no había otra salida, no se podía bajar como había subido. Solo quedaba tirarme, y volver a congelar mi cuerpo para salir de allí.
- Que sucede Bells? –pregunto Jake que estaba a mi lado. Debí haber puesto cara de horror-
- Nada –mentí- Vamos?
- A la una, a las dos y a las… -dijo Quil-
- Tres –agregaron los demás. No tenia siquiera ganas ni de gritar. Me tire sin pensarlo, y sentí un frío abrasador que cortaba mi respiración y me hacia sentir un fuerte dolor de garganta. Vi a los demás chicos a mi lado tirándose pero con una sonrisa en la cara. No veía la hora de que eso terminara y tomar un baño de agua caliente en mi casa. Cuando mi pie rozó el agua, mi cuerpo se paralizo por completo y no pude moverme. Era un frío abrazador que me envolvía por completo. Oía las voces triunfantes de los demás que volvían a la orilla. Me sumergí bien hondo, pero ya no tenia fuerzas para moverme y llegar a la orilla. Mis pulmones se llenaron de agua y no podía respirar… estaba perdiendo la conciencia. Lo ultimo que escuche fueron los gritos de mis amigos y el sonido de sus cuerpos cayendo al agua para rescatarme-
Me desperté y estaba en el hospital. Lo noté por que cuando abrí los ojos me vi encerrada entre cuatro pequeñas y blancas paredes, con aparatos que se conectaban a mi mediante pequeños cables. Me dolía mucho la garganta y sentía la salada agua de mar en ella molestándome. El pecho también me dolía y la cabeza me daba vueltas. Sentí el calor que irradiaba la mano de Jacob que estaba apoyada sobre la mía y oía sus ronquidos cerca mío. Gire la cabeza en torno a el, y noté que se hallaba con la cabeza apoyada en mi almohada al otro lado de donde estaba la mía y su cuerpo en el sillón para el acompañante.
Mi cabeza estaba a menos de medio metro de él y aunque estuviera dormido me hacía sentir algo incomoda, por lo que me corrí al otro extremo de la camilla. Por mala suerte, fue un movimiento algo brusco que lo despertó.
- Lo siento –me ruboricé y al hablar una sequedad inundó mi garganta y me hizo toser.
- Estas bien? –Preguntó separando nuestras manos-
- Si –mentí volviendo a tomar su mano-
- Hace mucho que estas despierta? Lo siento, me quedé dormido.
- Me di cuenta –reí y la garganta me dolió más aún, por lo que proferí un grito-
- Debes opacar tu sentido del humor en estos momentos –sonrió- Llamaré al médico para indicarle que has despertado –se paró del sillón-
- Vuelve –susurré en cuanto traspasó el umbral de la puerta-
A los pocos minutos logré visualizar como volvía mi amigo detrás del doctor. Era un hombre algo joven, con el cabello rubio y los ojos claros. En ese momento noté que Jacob llevaba puestos un pantalón sucio y una remera gastada.
- Hace cuanto que estás aquí? –intenté no gritar. Su ropa parecía de días y su cabello estaba algo sucio-
- Lo mismo que has estado tú –sonrió. Era una sonrisa algo pegajosa por lo que mis labios se extendieron en una casi por inercia-
- Cuanto he estado yo? –Deshice la sonrisa-
- Una semana exactamente? –Preguntó Jake al doctor-
- Si. Como estas Isabella? –dijo éste-
- Bella –corregí- Y mejor, gracias.
- Que sientes?
- Sequedad y dolor en la garganta. Algo de mareos y el pecho muy frío.
- Que suerte que te salvé y logré sacarte algo del agua que habías tragado antes de traerte –dijo Jake-
- Bueno –dijo el doctor haciendo caso omiso del comentario de Jacob- Tomate éstas –me dio unas pastillas- Y te sentirás mejor.
Hice lo que me había indicado. Me sentía algo incómoda en aquella camilla, esperaba mejorarme pronto por lo que haría caso a todo lo que él indicara.
- Harán que te duermas, por lo que te dejaré tranquila –agregó- Recuerda, solo una visita por vez –señaló con el dedo a Jake-
- Tus padres querían entrar –susurró mi amigo en cuanto el médico se fue-
- Que lo hagan! –sonreí. Ansiaba verlos-
- Me dijeron que te cuidara mientras iban a dormir a la casa. Estuvieron casi tres días enteros aquí y deseaban asearse –se me escapó una risita. Eran todos muy buenos conmigo- Ahora duerme, mientras lo haces los llamaré para que vengan en cuanto te levantes.
- Gracias Jake –tomé su mano-
- Es lo menos que puedo hacer… Debí notar antes que no estabas con nosotros –su sonrisa se esfumó-
- Tu no tienes la culpa de que me haya tirado de un acantilado y no pude salir de entre las aguas.
Lo ultimo que vi fueron sus ojos cargados de culpa, porque luego me dormí con su mano entre la mía.
Esa fue una de las había pocas noches que soñé. Estaba en la playa de La Push con mis padres y Jake. No nadie más. Hacia mucho calor, y Jacob y yo jugábamos en el mar mientras mis padres nos miraban con cara de alegría. Éramos pequeños y Jake me había tomado de la mano… me decía que me amaba desde hacía tiempo y que quería estar conmigo y luego… me besaba! Luego pasaban varias imágenes de más grandes, los dos juntos tomados de la mano, otras en las que yo estaba vestida de blanco y el de traje, en una boda, y por último una… con dos niños parecidos a nosotros.
Desperté sudada, con mucho calor y con un fuerte dolor de cabeza. Era un sueño –me repetí para mis adentros-.
- Bells, estas bien? –dijo Reneé. No había notado que estaba allí-
- Si mamá. Fue solo una… pesadilla –me sequé la cabeza que la tenía mojada, y me senté en la camilla-
- Te duele algo? –en ese momento noté que ya no tenía el fuerte dolor en el pecho y en la garganta-
- La cabeza, creo. Que hora es?
- Las cuatro de la tarde.
- Cuanto dormí! –grité-
- Mejor. Dijo el doctor que te hacia bien dormir.
Agarré los medicamentos que había dejado en una mesa a mi lado, y las tomé sin pensar más.
- Charlie está en casa todavía. Pidió que lo llamara cuando te despertaras –explicó sacando su móvil-
Habló con papá por unos minutos, mientras yo cerraba los ojos e intentaba que el dolor de cabeza disminuyera.
- Bella –dijo el médico cuando entró-
- Hola señor –abrí los ojos y noté que Reneé se encontraba sentada a mi lado-
- Cómo te sientes? –esa pregunta la había oído aproximadamente cuatro veces en un día-
- Solamente me duele la cabeza.
- Mejor, se ve que lo que te dí hizo efecto. Ya mañana si te sientes mejor podrás volver a tu casa.
Me revisó la garganta y luego me dijo:
- Has tragado mucha agua, que dañó tu garganta. Debe comer cosas que no sean sólidas y seguir tomando los medicamentos –se dirigió a Reneé-
Esa tarde no cambio mucho. Llegó Charlie, y junto a mamá estuvieron conmigo todo el tiempo. Por suerte Jake había ido a asearse y cambiarse de ropa ya que tenía un olor tremendo. Cuando volvió sustituyó a mis padres, que se quedarían en casa hasta el próximo día. Mi amigo se había quedado todos los días conmigo en el hospital, por lo que me puse muy feliz de saberlo.

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