domingo, 10 de enero de 2010

Prefacio

Era una persona extraña... Extrañamente preciosa. Dudaba que fuera humana, y una criatura así jamás había visto. Tenía el cabello de color rubio, que ondulaba en su espalda con cada pequeño movimiento que ella hacía. Sus ojos eran de un color rubí oscuro, y parecían líquidos y su piel era pálida como la de un muerto.
Descarte la posibilidad de que fuera un zombie o algo por el estilo, ya que no creía en esas cosas extrañas o mitológicas. Pero humana definitivamente, no era. Se fue acercando a mí sigilosamente, sus movimientos eran precisos y perfectos. Pero lo que mas me impacto fue su boca. Tenía los labios colorados, y gotas de sangre goteaban por ellos. Mi respiración comenzó a acelerarse y me empecé a sentir realmente mareada. Un olor repugnante a oxido y sal llego a mis pulmones, y cada vez me debilitaba mas. No tenía cara de amiga, sino de todo lo contrario. - Eres Bella, cierto? –Susurró con una voz melodiosa y muy dulce-
Asentí con la cabeza. ¿Quién era? Y ¿De dónde me conocía?
- Adiós Bella –fue lo último que dijo, y mientras mi cuerpo se quedaba estancado en el suelo, se puso en posición de ataque-
Nunca antes me había puesto a pensar en cómo iba a morir, pero en el medio del bosque de Forks no era un buen lugar para que aquello pasara.

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